Voy en el asiento de atrás de una camioneta Toyota, de esas de las viejas con los faritos redondos, estamos todos juntos. Como era de costumbre nos levantamos muy temprano para agarrar camino. Maletas empacadas, el mercado de viveres no perecederos, meriendas en el asiento delantero a los pies de mi mama justo al lado de la botella de agua y de las chucherias que quiere mi papá. Entre suéteres y cobijitas para el camino nos lanzamos al recorrido de 6 horas adentrándonos a los hermosos paisajes de los llanos venezolanos. Escuchando a Simón Díaz y una que otra instrumental crece el entusiasmo por llegar a la Finca. Nos espera Miguelina con sus ojos azules y su piel tostada por el sol, contento por los cigarros que le trae mi papá. También nos espera el chivo negro que le gusta comer maní, el tanque de agua subterranea que siempre esta lleno de sapitos y los monos salvajes que nos reciben con lluvias de mango. La laguna cerca
de la casa llena de pirañas y siempre da una buena pesca, Miguelina que prefiere secar el pescado al sol con mucha sal. Las gallinas con sus pollitos y sus cacareos. Los ordeños por la mañana, la leche calientica, un queso recién hecho. La ternera para la parrilla, las cazerias nocturnas y sus venados, una buena parrilla bajo la luz de la luna con el fresco de la noche y los mosquitos.
Mi papá siempre trató de buscar la manera de como protegernos de los mosquitos. Antes de agarrar camino todos recibiamos nuestras respectivas dosis de vitamina B12, en grageas o inyectadas. Una vez en la finca, el quemaba bosta de ganado para que los mantuviera alejados. Mientras que mi mamá nos perseguía con el spray de OFF. Un repelente ha formado parte de nuestras vidas, en vacaciones y en el día a día. Poder tener la opción de conseguir una forma de prevenir las picadas y posibles enfermedades a un bajo costo y sin químicos e ingredientes artificiales es algo vital.
Ahora más que nunca me he visto en la necesidad de tener alternativas que no perjudiquen el desarrollo de mis hijos, vivimos tiempos en donde los niveles de contaminación son extremadamente altos y las consecuencias de ello se dejan ver en un sin fin de reacciones alérgicas e intolerancias en nuestro organismo. Debemos ser sabios a la hora de escoger y creer firmemente que tenemos una solución dada y accesible en frente de nuestras narices.
Nunca me imagine que crear un repelente de mosquitos en casa fuese tan fácil o que los ingredientes que uso todos los días en mi cocina estuviesen cargados de super poderes desconocidos para mi. Me hubiese encantado poder ofrecerle a mi papá esta alternativa también.
Sólo necesitamos un buen aceite y hojas de laurel. Cualquier otro ingrediente que tu le quieras añadir es solo para hacerlo mas sofisticado y enrriquecerlo aún más. No sólo repele mosquitos sino que también mantiene tu piel hidratada asi que tiene doble función.
Yo usé 250 ml de aceite de almendras en esta botella y un aproximado de 10 a 15 hojas de laurel. También le añadí unas hojas de menta y unos clavitos para darle olor al aceite y un par de gotas de aceite esencial de lavanda porque lo tenía a la mano.
Lo dejé reposar por unas buenas 2 semamas y media y luego cuando abrí el frasco estaba bien macerado y con un olor muy especial. Me encanta tener este aceite como parte de mi rutina para llevar a los niños a la cama antes de dormir. Me encanta el aroma que las hojas de laurel le da, pero más aún me encanta lo efectivo que es en mantener a los mosquitos alejados de mis hijos mientras que mantiene su piel hidratada y el toque de lavanda los relaja para dormir.